Entrevista a Luciano Saracino y Aleta Vidal

¿Cómo fue que se conocieron? ¿Fue primero lo personal o lo artístico?

L.S.: Es raro… pero con Aleta trabajamos durante años en la misma productora de animación (ella como empleada fija y yo como free lance) y nunca tuvimos la oportunidad de charlar. Yo, por esos años, soñaba con ser escritor, y me pasaba horas revisando blogs y páginas de  ilustradores. Una vez llegué al blog de ella y me quedé fascinado. “Alguna vez vamos a hacer un libro juntos”, me dije. Pero tampoco me animé a escribirle para proponerle algún proyecto. Porque las buenas historias necesitan su tiempo.

Cuando nos conocimos personalmente yo sabía muy bien el talento que tenía Aleta y, a su vez, yo ya tenía algunos libros publicados. Se dio, entonces, de la manera más natural: nos hicimos amigos y, entre charla y cena, decidimos hacer un libro juntos.

A.V.: También fuimos vecinos durante un par de años, vivíamos a una cuadra y jamás nos cruzamos. Yo lo conocí por su blog, publicaciones y libros, me compre uno y después de leerlo le escribí. Tuve el impulso instantáneo de ilustrar un cuento suyo!

Me acuerdo que en su blog leía la lista de dibujantes con los que había trabajado y pensé “tengo que estar en esa lista”. Pero nos conocimos en persona unos meses después, y si, primero nos hicimos amigos, comimos bastante, bebimos, nos reímos y al tiempo surgieron las ideas. Y creo que es la mejor forma de hacer las cosas, con amigos.

¿Y cómo es que nace "El porqué de cada cosa"?

L.S.: Del dicho al hecho hay solamente un trecho. Queríamos hacer un libro juntos, pero nos faltaba un pequeño detalle: una buena historia para contar. Yo tenía rondando por la cabeza contar un poco el vínculo que tuve con mi abuelo en las costas del río Uruguay y le estaba dando vueltas al asunto. Nada me convencía. Apagaba la máquina sin guardar bocetos de historias, líneas argumentales y hasta versiones completas… hasta que apareció la magia. En un mail, Aleta me manda un cuento que ella había escrito y dibujado cuando era una niña. Y en el cuento estaba todo. Fue leer aquello que me mandó Aleta y escribir una primera versión del texto de un tirón.

Lo que no me podía imaginar era que Aleta iba a convertir esas palabras en la magia que me fue enviando día a día. A cada ilustración, una sorpresa nueva. Este libro fue puro placer.

A.V.: Yo le mande el cuento este, al rato me contesta que le encanto. Yo pensé “qué exagerado”, pero él es así; encuentra la forma de convertir las cosas en magia, y es así que a los días me manda El porqué de cada cosa, completo, perfecto. No necesitaba ninguna corrección, nada que cambiar. Luciano tuvo la hermosa idea de ponerle al protagonista el nombre de mi hijo. Me emocioné mucho la primera vez que lo leí, y los dibujos empezaron a fluir. Creo que para los dos fue muy especial hacerlo, está lleno de recuerdos de nuestra infancia, del abuelo de Luciano en el rio, de mis dibujos que mi papa se tomo el trabajo de encuadernar y guardármelos por años. Por eso decidí dibujar a Benjamín perecido a mi hijo, y al abuelo parecido a mi papá. Es un libro que tiene mucho que ver con nosotros, cada uno pudo contar su propia historia, por eso nos hace tan felices, creo yo.

¿Cómo fue trabajar con Luciano?

A.V.: fantástico, es un genio. Luciano es una persona que ve lo maravilloso de las cosas. Para él es todo fantástico, una maravilla, una belleza. Y lo que no, busca que lo sea. Cada palabra que usó en el cuento es bella. Y a eso hay que hacerle honor.

Trabajar con una persona así no puede ser mas que una experiencia feliz, porque te contagia ese espíritu. Cada ida y vuelta en el proceso fue así, feliz. Simplemente fluyó, creo que los dos entendimos rápidamente lo que queríamos hacer y nos conectamos enseguida.

¿Cómo fue trabajar con Aleta?

L.S.: Increíble. Y no es por tirarle flores ni porque esté ella acá. Una cosa me gustaría decir: piensen en su nombre. Aleta Vidal. ¿Qué otra cosa que maravillas puede dibujar una persona que tenga un nombre como ese? Por más que lo pienso, no se me ocurre otro nombre más feliz que aquel.

Me fue mandando prácticamente a diario sus ilustraciones y, si hubo que rehacer alguna, fue porque ella quería darle una nueva perspectiva o encararla de otro modo. En todo momento sentí que el libro “andaba solo”.

Cuando nos quisimos dar cuenta, estaba terminado y listo para mostrarlo.

Y ahí aparece Criatura…

L.S.: Exacto. Y ahí, también, se cerró el círculo de las maravillas. Un libro hecho con tanta buena vibra tenía que ser publicado por gente con buena vibra. Llegaron un día y nos contaron el proyecto editorial que tenían y nos explicaron el tipo de libro que querían hacer. Desde el vamos supimos que era ahí. Y tuvimos la suerte que, además, a ellos les gustó nuestra propuesta. Se alinearon un montón de planetas y ahí estamos, con un hermoso libro publicado por una editorial que es un lujo… Además, claro, ahora tenemos excusas de sobra para saltar el charco y visitar
amigos.

A.V.: Si, eso también fue muy loco, aparecieron, nos gusto la idea que tenían, a ellos les gustó la nuestra, y nos pusimos a trabajar en el diseño, como si nada, como si nos conociéramos de siempre, y después de unas semanas estábamos todos en Uruguay brindando. Evidentemente estaba escrito en las estrellas.